(Proverbios 18:20 – 24)
Esta escrito no solo en Proverbios sino que en otras partes de la Biblia también, que la lengua es el miembro con más poder en nosotros, ya que de nuestra propia boca pueden salir palabras de bendición como de maldición si no cuidamos lo que hablamos.
Tenemos que aprender a ser discretos con todo lo que hablamos, no está bien andar por la vida hablando las intimidades de otras personas, y mucho menos develar al mundo nuestra propia intimidad.
Por qué llegar al punto de contar hasta el más mínimo detalle para poder conocer y darse a conocer a una persona; no hay necesidad.
El único que debe saber toda nuestra intimidad es Dios, nadie más. Ósea no digo que en el momento de que alguno tenga alguna duda o algo por el estilo, no vaya a poder hablarlo para poder sacar esa duda de la cabeza y conseguir la solución, pero hay formas y formas. Además se debe hacer con un consejero que uno se sienta en total confianza, porque el consejero también tiene que ser discreto porque no tiene ningún derecho de hablar las dudas con otros de la persona la cual aconseja, porque allí es cuando se produce el cotilleo. Una cosa lleva a la otra.
Pero también recuerde que si usted va a dar un consejo, usted que lo da tiene que ser consciente de que de su boca pueden salir tanto palabras de vida como de muerte; por eso debemos tener mucho cuidado nosotros que aconsejamos, porque de una simple palabra depende la vida de una persona que Dios pone en nuestras manos para ayudarla con los consejos, además esta parte es muy importante. De nosotros depende que la persona entienda cada cosa que hablamos para ella, y tenemos que procurar que el Espíritu Santo sea el que nos use, que las palabras que salgan de nuestra boca sean guiadas por Dios, que no sean lo que nosotros pensamos que estaría bien. De la única manera que un buen consejo se va a realizar es si nos dejamos guiar por Dios en cada consejería que realizamos.
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