“La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en espíritu, pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.”
(1 Corintio 7:34)
En esta palabra podemos observar como Dios habla para todas las mujeres, ya sean solteras o casadas.
Las mujeres que aun están solteras y que están sirviendo a Dios, cuidan todo lo que es de Él, es un pequeño privilegio que tiene las solteras, ya que se pueden dedicar enteramente a la casa de Dios y de Sus cosas, porque no tienen una casa ni un esposo por los cuales cuidar y atender día y noche. Las mujeres solteras pueden estar a disposición para todo lo que se necesite en la iglesia, ya sea para evangelizar, para limpiar la iglesia, etc. Porque no tienen aquella responsabilidad del marido e hijos aun.
Las mujeres casadas también hacen su trabajo en la obra de Dios pero también la hacen en sus casas con sus esposos e hijos, ellas tienen la responsabilidad de atender a ellos, siempre teniendo a Dios en primer lugar y con el pensamiento que todo lo que ella realiza es para Dios, para hacer Su voluntad.
La mujer casada ya no realiza las cosas como cuando era soltera porque ahora tiene que hacer su trabajo fuera de la iglesia que es en su hogar, para dar lo mejor de sí al realizar cada cosa que ella haga en su casa o para su marido. Con estas responsabilidades nuevas que tiene la mujer casada no quiere decir que descuide su intimidad con Dios, es más, allí es cuando más se tiene que aferrar a Dios porque Él le va a dar las fuerzas y sabiduría que necesita para esta nueva etapa.
La mujer casada y la soltera tienen distintos roles para cumplir, pero un mismo objetivo, agradar a Dios y dar su mejor en todo lo que realicen, y con la conciencia de que todo lo que ellas hagan es solo para Dios, no para el hombre.
Aun mas las dos tienen que tener su intimidad con Dios muy fuerte, porque Él es el Único que da las fuerzas, inteligencia, conocimiento que se necesita para realizar la voluntad de Dios. Además de esa manera nos da el entendimiento de que somos las auxiliadoras de Él, en la casa, en la iglesia, donde sea.
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