4/21/2011

Serie: La fuerza de la mujer 1 - Adán y Eva

Podemos ver que la fuerza de la mujer está en el poder de persuasión de su palabra, que tiene más fuerza que cualquier hombre.
Una clara prueba de eso es el hecho que ocurre cuando la mujer hace llegar a toda su familia a la iglesia, pero el hombre tiene dificultad de hacerlo.
Porque ya hemos podido ver hombres de gran talla dirigidos por mujeres de pequeña estatura, pero no es necesario que la mujer sea pequeña o grande, porque sin importar el físico, porque sin importar su físico han puesto a sus maridos bajo su autoridad.
Y ahora todas nos podemos preguntar de donde sacamos esa fuerza o los que nos ven se preguntaran también de dónde sacan ellas su fuerza. Con certeza la fuerza de la mujer no está en sus brazos o en su mirada, como ya lo dije arriba esta en el poder de persuasión de su palabra.
Hoy comenzaremos una serie de ejemplos que ustedes podrán ver todos los jueves aquí en el blog.

Serie 1: Eva en el jardín del Edén

El diablo sembró en su corazón la palabra de la duda contra la palabra de Dios. El Señor dio esta orden:
“De todo árbol del huerto podrás comer;
Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal
No comerás: porque el día que de él
Comieres, ciertamente morirás.”
Génesis 2:16 – 17

El diablo le dijo: “No moriréis…” (Génesis 3:4). Ella comió del fruto del árbol prohibido y “…dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6). La pregunta es: ¿Cómo es que Adán recibió la fruta de las manos de Eva? ¿Acaso él no conocía su origen? ¿Cómo pudo comerla así, de cualquier manera?
Él sabía perfectamente que aquella fruta estaba prohibida. Entonces, ¿Por qué la acepto de las manos de Eva y la comió? Simplemente porque la misma palabra de duda que Eva recibió de Satanás, la transmitió a Adán. Ella lo persuadió de la misma manera como lo hizo la serpiente, ¡incluso porque no quería ser castigada ella sola!
NO OLVIDEMOS: ¡el mismo espíritu que persuadió a Eva en aquel tiempo continúa haciendo lo mismo con las personas en el día de hoy!

En este caso de Eva que es uno de los primeros ejemplos de cómo nosotras las mujeres tenemos mucho poder en nuestras palabras, por ellos usted que desea servir a Dios de todo su corazón cuide también cada cosa que habla, porque de nuestra boca pueden salir tanto palabras de vida como de muerte. Por ello cuidemos cada cosa que hablemos, y todo lo que hagamos, hagámoslo pidiendo la dirección de Dios para poder hacer las cosas correctas del agrado de nuestro Señor.
No seamos como Eva, aprovechemos esa fuerza que tenemos que Dios nos dio para hacer el bien, y así tener nuestra vida espiritual fundada en la roca.

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