1/04/2011

Abrir nuestro corazón


Levántate, viento norte, y ven viento sur. Soplad en mi jardín, esparcid sus aromas. Venga mi Amado a su jardín y coma de su dulce fruta.” 
Cantares 4:16
Vamos a ir al grano, no vamos a andar con vueltas.
Podemos observar que aquí en este versículo la esposa invita a su Amado  a su jardín.
Ahora bien nosotras somos la esposa, nuestro Amado es Dios, y nuestro jardín es nuestro corazón.
Nosotras tenemos que ser las que invitemos a Dios a entrar en nuestro corazón, sino de ninguna manera podrá entrar, porque nuestro Amado es cortes, pide permiso para entrar y si no se lo damos nunca va a poder entrar en nuestros corazones.
Pero tenemos que saber también que tenemos que preparar nuestro jardín, nuestro corazón, para que así Dios pueda entrar, el tiene que estar limpio, puro. Para que esto pueda suceder hay que dejar las cosas del mundo que tanto atrae a muchas de nosotras, no debemos tener malos ojos con ninguna persona, debemos cuidar nuestra lengua, dejar todo lo que sabemos que ensucia nuestro jardín. Nuestro corazón debe estar limpio porque este va a ser la morada del Espíritu de Dios. Pensemos, como Dios podrá entrar en un corazón que está sucio, lleno de orgullo, así nunca podrá entrar, porque este corazón es como una copa lleno de agua sucia, tenemos que vaciarlo y limpiarlo para que el agua limpia, llena de vida que es Dios pueda entrar.
Por ello debemos tener un corazón limpio para que el Espíritu de Dios pueda hacer de este su hogar. Pero también recuerden que nosotras somos las que debemos invitar a Dios a que entre, porque como ya lo dije antes de ninguna manera va a conseguir entrar si no lo invitamos nosotras.

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