¿Usted está en esta jaula?

¿Había en una ciudad un cierto joven y a donde quiera que él fuese, llevaba consigo una jaula, la cual contenía varias especies de pájaros con muchos males. Había pájaros sin alas, unos sin picos, y otros sin plumas, pájaros totalmente entregados al sufrimiento. Un día apareció en aquella ciudad un hombre muy rico y viendo a aquel joven con la jaula, se aproximó y le dijo: 

Oye chico, ¿por qué usted encierra a esos pájaros? ¿Por acaso ellos son suyos? ¿Y si son suyos, por qué están heridos? ¿Usted los encontró así? ¡Suelte a esos pájaros, que ellos pertenecen a Dios! 

El joven miró al hombre y le dijo: Yo sé que todo pertenece a Dios, inclusive estos pájaros, yo no los encontré así y tampoco los obligué a entrar en mi jaula. Apenas hice una trampa, y ellos aceptaron, y cuando ya aceptan, pasan a ser míos. Por eso, yo tengo derecho a hacer lo que quiera con ellos. 

El hombre le dijo: ¿Entonces quiere decir que fue usted el que los hirió? Usted no puede hacer eso. 

Dijo el joven: ¿Está viendo aquel que no tiene pico? Yo se lo arranqué, para que no pueda comer más. Mire aquel que no tiene alas, yo se las quebré para que no pueda volar en la jaula. Y aquel de ahí, no tiene plumas, se las saqué para que sienta mucho frío. 

El hombre viendo la situación de los pájaros, le hizo una propuesta y pagó un precio altísimo por ellos. 

Su propósito era cuidar de sus dolencias, dar amor y devolverles el derecho de la libertad. 

Entonces en aquel mismo día los llevó para la casa. 

Al anochecer, aquel hombre tuvo un sueño, en el cual vio a Jesús y al diablo. El diablo estaba con una gran jaula en las manos y dentro de ella, había personas dolientes y mendigas, matrimonios separados, muchos en los vicios, homicidas, ladrones, en fin, personas completamente destruidas. Jesús se le aproximó al diablo y habló: 

Oye diablo, suelta a esas personas, pues ellas pertenecen a mi Padre. El diablo miró a Jesús y le dijo: Jesús yo sé que todo pertenece a tu Padre, hasta estas personas también. 

Pero yo no las forcé a entrar aquí apenas las incentivé. ¿Ves aquel matrimonio peleándose? Yo le mostré otra mujer a él y se envolvió con ella y por eso está despreciando a su verdadera esposa. 

¿Ves aquel mendigo? Él fue un hombre bien sucedido hasta el día en que yo le mostré una cerveza. Le gustó… después le mostré un whisky. También le gustó y hoy, ésta es la situación de él, pero yo no lo obligué, apenas le mostré y él aceptó. 

¿Ves aquel sin una pierna? Yo le mostré la velocidad y él descubrió que era divertida, entonces se chocó contra un poste. 

¿Estás viendo aquel canceroso? Yo nunca lo obligué a fumar. Apenas le mostré el cigarro y hoy, la situación de él es esa. 

Jesús entonces miró al diablo y le dijo: diablo tú no puedes hacer eso con las personas. 

Por eso el diablo le respondió: Puedo, porque están en mi jaula y por eso yo hago lo que quiera con ellos. Jesús entonces continuó: 

Escucha diablo. Yo, que no me envuelvo con tus obras, iré hasta la Tierra y sacaré a esas personas de tus manos. 

Después de eso, el hombre se acordó y quedó pensativo en lo que aconteció. Y entonces entendió la obra del calvario. Jesús vino al mundo, pagó un alto precio por su vida para sacarlo de esa jaula de sufrimiento. Acuérdese y goce de la plena libertad que Cristo conquistó en la Cruz por usted.